Conoce nuestra historia

  • Para explicar por qué nace Sierra Leone Yoga Project, tenemos que contar tres historias:

    La historia de T-Man, ex-niño soldado superviviente de la guerra civil sierraleonesa que a través de la práctica y la enseñanza del yoga superó en gran parte los traumas vividos y mostró a cientos de personas cómo comenzar a superar los suyos.

    La historia de Ana, cooperante española que llegó a Sierra Leona para trabajar y no quiso perder la oportunidad de compartir el yoga el tiempo que vivió en el país.

    Y las historias de Fanta, Mahmudu, Saccoh, Alie, Mohamed, Abu… un grupo de jóvenes de la pequeña ciudad de Kabala que, en 2013, estudiaban su último curso de instituto y se reunían cada día después de clase para charlar sobre activismo, política y sobre su futuro y para estudiar y hacer los deberes juntos.

    El hilo conductor que unió estas historias y que hace que sigan entrelazadas, es el yoga.

    En noviembre de 2013 Ana y Tamba Fayia (T-Man) se vieron por primera vez. Ella tenía la ilusión de dar clases en Kabala y él era el primer profesor de yoga de Sierra Leona y cabeza visible de “Yoga Strength Sierra Leone”, una organización a través de la cual daba clases en barrios con pocos recursos, en el hospital mental de Freetown, en la playa y en el estudio del Estadio Nacional.

    Tanto Ana como T-Man estaban convencidos de que el yoga era una herramienta que podía ser útil para generar comunidad, empoderar a las personas que lo practican, promover un estilo de vida saludable e incluso podía convertirse en una fuente generadora de ingresos.

    Así fue como, después de contactar con distintas personas y encontrar un lugar donde practicar, Ana comenzó a dar clases en enero de 2014. Sus primeros alumnos fueron 4 chicos miembros de una pequeña asociación de jóvenes que decidieron darle una oportunidad a esta práctica de la que nunca habían oído hablar. En cuestión de semanas, la terraza del hostal donde practicaban se llenó de jóvenes (y algunas niñas y niños) que, tres veces por semana, se reunían a hacer yoga.

    El interés por el yoga siguió creciendo, unas 15 o 20 personas acudían a cada clase y, en junio de 2014, Ana y T-Man organizaron un taller de profundización para el alumnado y una práctica comunitaria abierta a todos los niveles y edades. Ese fin de semana fue un éxito porque mostró que el yoga es culturalmente aceptado en la comunidad y que muchas personas están abiertas a probarlo.

    En los meses de verano de 2014 el brote de Ébola que había comenzado en Guinea Conakry (el mayor brote de la historia) se fue extendiendo por los países vecinos, entre ellos, Sierra Leona. Gran cantidad de proyectos tuvieron que frenarse por motivos de seguridad sanitaria, incluyendo el proyecto donde trabajaba Ana. Las reuniones estaban prohibidas para evitar el riesgo de contagio, se suspendieron las clases en colegios e institutos y, por supuesto, las clases de yoga.

    A finales de ese año T-Man sufrió una enfermedad que no pudo ser tratada a tiempo, ya que el sistema de salud estaba totalmente colapsado por la crisis del Ébola, y falleció.

    Ana recibió las noticias y sintió, además del inmenso dolor por la pérdida de su amigo, una tristeza inmensa pensando que el legado que él había dejado y el proyecto se perderían en el olvido. Con el paso del tiempo y gracias al contacto de uno de los chicos que asistía a las clases, descubrimos que no fue así, que el pequeño grupo de practicantes de Kabala recuerda con intensidad a T-man y son muy conscientes de lo que el yoga les está haciendo sentir, por eso han mantenido su práctica con lo que recordaban de las clases y han seguido en contacto con Ana.

    Por todo esto nació el Sierra Leone Yoga Project.

    Queremos que la comunidad de yoga que surgió en Sierra Leona entre 2013 y 2014 no desaparezca, que siga creciendo, que mujeres y hombres, niños y niñas puedan participar, y que los jóvenes de Sierra Leona puedan acceder a esta herramienta de autoconocimiento y fortalecimiento personal para que sean capaces de generar lazos en sus comunidades, ingresos para sostener sus proyectos personales y mantener su ilusión y fuerza para mejorar su futuro.

  • En Octubre de 2018, gracias al apoyo de numerosas personas que creyeron en el Sierra Leone Yoga Project, dos de las personas que creamos el proyecto (Iris Rangil y Ana Cortés) pudimos viajar a Sierra Leona a reencontrarnos con la comunidad del yoga.

    El objetivo de este viaje era recuperar el contacto con la comunidad del yoga del país y tantear cuál era la situación del profesorado y las personas practicantes de yoga, sus objetivos, sus ilusiones y los retos a los que se enfrentan en su día a día.

    Nunca imaginamos lo que nos encontramos: la comunidad de yoga estaba más activa que nunca, decenas de personas se habían ido formando a lo largo de los años y daban clases de yoga en escuelas, en zonas rurales, en hospitales, universidades, incluso en el ejército.

    Existen muchísimos retos para seguir adelante, faltan recursos económicos, materiales, formación específica para gestionar las clases, etc. Pero también existe ya mucha experiencia, mucho trabajo realizado, mucha comprensión sobre el yoga y capacidad de adaptarlo a diferentes poblaciones y circunstancias.

    Nos fuimos de Sierra Leona con la sensación de que T-Man plantó una semilla que ha germinado y que no va a parar de crecer.

  • Actualmente, la comunidad de yoga en Sierra Leona está más activa que nunca: decenas de profesores realizan cursos gratuitos en varios puntos del país, se proponen retiros y clases regulares en los alrededores de la capital, y las ganas e interés por seguir aprendiendo son evidentes.

    En el Sierra Leone Yoga Project tenemos el compromiso de escuchar las necesidades, intenciones y deseos de la comunidad de yoga de Sierra Leona. Por ello, durante los años de existencia del proyecto, hemos mantenido una estrecha comunicación con personas clave en este campo y hemos seguido y apoyado sus proyectos, sus iniciativas y todo el trabajo que han ido desarrollando tanto en el campo del yoga como en otros campos.

    Nuestros últimos proyectos han sido:

    -Otorgar becas a estudiantes de provincias para participar en una Formación de Profesores de Yoga para niños en 2022.

    -Compra de lonas para colocar en el suelo durante las prácticas de yoga al aire libre.

    -Compra y distribución de garrafas con grifos y jabón para lavarse las manos durante la pandemia de Covid-19.

    Nuestro enfoque es horizontal, el Sierra Leone Yoga Project apoya proyectos e ideas que surgen en Sierra Leona porque los profesores y practicantes locales saben mejor lo que se necesita en cada momento. Nuestra principal labor es la de contar al mundo las historias de cada una de las personas comprometidas con el yoga en Sierra Leona y tejer redes que conecten a las personas de Sierra Leona con contrapartes locales y extranjeras que puedan apoyarles para lograr sus objetivos.

Queremos seguir escribiendo esta historia. ¿Nos acompañas?